Bocados de realidad VIII
Gente
Aunque no lo parezca viendo la temática de las entradas
anteriores, uno de los primeros apartados que establecí para clasificar mis
fotos fue el de Gente; cuando ni
siquiera había oído hablar de la fotografía street
o fotografía callejera ya me gustaba
fotografiar a la gente en escenas cotidianas. La mera presencia de gente en las
fotografías, aunque no desempeñen un papel protagonista, les otorga a éstas y
para mí una especie de sentido añadido que no sé explicar muy bien. En alguna
ocasión de las que he tratado de explicarme qué es lo que me interesa
fotografiar con objeto de orientarme mejor cuando tengo la cámara entre las
manos he llegado a la conclusión, puede que excesivamente rigurosa, de que lo
que me interesa fotografiar sobre todo es al ser humano, claro está que no
limitándome sólo al propio ser humano sino extendiendo ampliamente ese concepto
a otros múltiples aspectos que entran en relación con él como sus relaciones
con otros seres humanos o con el entorno, sus hábitos y comportamientos e incluso
su hábitat, ya sea la ciudad o el paisaje transformado por él, así como sus
creaciones.
A día de hoy ese apartado está claramente desactualizado,
agrupar fotografías con el único criterio en común de la presencia de la figura
humana resulta demasiado vago e incluye fotos que responden a intenciones muy
distintas, por eso he iniciado una división en subapartados que aún están en
fase de definición.
Seguramente cuando estén definidos dedique una entrada a
cada uno de esos apartados. Hoy, para inaugurar el tema de fotografías con
personas me vais a permitir un ejercicio un tanto nostálgico pues estas dos
fotografías son de las primeras que hice.
La que sigue es de la primera salida con mi cámara recién
comprada, una Panasonic Lumix FZ10 con óptica Leica, del tipo de las llamadas bridge. Decidí ir a probarla a la
estación de tren de Santa Justa en Sevilla. Las estaciones siempre me han
provocado sentimientos especiales quizás porque es el lugar donde empiezan
nuevas experiencias, el principio de un camino, tanto de los que parten como de
los que llegan, tal vez a un lugar desconocido, puede que con alegría, puede
que con temor, puede que con ambas cosas, lo cierto es que esa sensación mezcla
de incertidumbre, de curiosidad, de temor y a la vez atracción por lo nuevo me
invaden cuando entro en una estación. Como además el edificio proyectado por
Cruz y Ortiz tiene interés arquitectónico me pareció el sitio ideal para
estrenar la cámara. Pasé allí bastante tiempo, tanto que recuerdo que
finalmente me abordó un vigilante jurado, muy nervioso, por cierto, para
preguntarme a qué se debía tanta foto.
Es obvio que aún no dominaba la cámara, la foto tiene
deficiencias técnicas: está un poco borrosa, tiene algo de ruido y zonas
demasiado oscuras, sin matices, pero fuera de esos aspectos técnicos tiene
cosas que me gustan o al menos eso espero y que no sea sólo la nostalgia la que
me hace apreciarla: la soledad absoluta de la chica en el andén, anuncio,
quizás, de la que empezará a sentir en el momento en que el tren abandone la
estación por la boca de luz de la parte superior de la foto y hacia la que
convergen las líneas principales señalándola.
Ponerla en blanco y negro ha sido una decisión reciente.
Estación |
La segunda es de unos pocos meses después de la anterior.
Visitaba un edificio que íbamos a rehabilitar con objeto de tomar datos para
levantar los planos. Estando en la azotea me asomé al pretil y los vi pasando
justo por debajo. No lo dudé ni un instante, apunté y disparé. Ya después me
paré a contar el número de miembros humanos de la familia. Siempre me ha
gustado mucho esta foto y la forma en que irrumpe en ella la pared del edificio
de enfrente.
Familia numerosa |
Comentarios
A mí me gusta hacer fotografías en las que aparecen personas, no necesariamente como protagonistas. Todas las artes toman como motivo al ser humano, su naturaleza, sus emociones, sus pasiones… es su principal motivo, me atrevería a decir, la fotografía no se puede privar de esa parte tan sustancial. No me gustan las que se llaman “pillados” en las que el único interés es la descarga de adrenalina que recibe el fotógrafo al conseguir hacerla sin que lo “pille” el fotografiado, tampoco hago fotografías que sean ofensivas o desvelen aspectos íntimos de las personas y si tengo alguna así no la hago pública. No tengo ningún cargo de conciencia con las que he publicado, a fin de cuentas, donde las publico es en páginas específicas de fotografía en las que el interés radica en las cualidades técnicas y artísticas de la imagen, no en el motivo fotografiado.