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Mostrando entradas de septiembre, 2017

Bocados de realidad XXII

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Recientemente he pasado unos días en Oporto que aproveché para visitar un par de obras de Álvaro Siza, el arquitecto portugués: las piscinas naturales en Matosinhos y la Fundación Serralves, así como la Casa de la Música del holandés Rem Koolhaas. Ciertamente las piscinas de Matosinhos son un espacio mágico. Adosadas al paseo marítimo, las cubiertas apenas sobresalen un metro por encima del pretil, por lo que no impiden la visión del mar. Se accede, mediante rampas flanqueadas por muros de hormigón visto a unos espacios que resultan sorprendentemente íntimos, que transmiten la sensación de aislamiento del exterior y de estar sólo abiertos al mar. Hice algunas fotografías, pero o no estuve muy inspirado o me cortó violentar esa intimidad de la gente que pasaba allí relajadamente la tarde o no encontré suficientes motivos ya que sólo era visitable la cafetería, lo cierto es que ninguna de ellas tiene suficiente interés como fotografía para ponerla aquí. Bien distinta fue la ex

Bocados de realidad XXI

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En mi modo de entender la fotografía, esa teoría o criterio que suelo defender y según la cual la realidad debe ser la materia prima con la que trabaje el fotógrafo se prolonga en el planteamiento de que su objetivo es extraer de esa realidad una fracción significativa que estéticamente resulte completa en sí misma, es decir, hacer que los elementos que constituyen la imagen encajen en una composición equilibrada a la vez que expresiva y conseguir, claro, que lo que exprese la imagen se ajuste a sus intenciones. A diferencia de la pintura, donde el pintor, al partir de un lienzo en blanco en el que va creando la imagen añadiendo pinceladas de color, puede acomodar los elementos a sus intereses y eliminar, atenuar o modificar la presencia de aquellos que actúan en contra de sus intenciones, la fotografía parte de una realidad material y se ve obligada a luchar o a dialogar con ella para acomodarla a lo que pretende. Esa realidad a veces se muestra esquiva y terca, se empeña, por ejempl

Bocados de realidad XX

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He afirmado, en repetidas ocasiones, que la fotografía para ser considerada como tal debe utilizar la realidad como material de trabajo. Esto no es un dogma es, simplemente, la forma que tengo de explicar (de explicarme) lo que me gusta hacer y, sobre todo, lo que me gusta ver, porque me gusta casi tanto hacer fotografías como ver las de otros. Los gustos pertenecen al terreno se los sentimiento: los sentidos, las percepciones y buscamos argumentos para incorporarlos al de lo racional, para justificarlos, para tenerlos bajo control y poder definir lo que nos gusta, o nos interesa y lo que no. A veces ese ajuste no es demasiado fino y entramos en contradicciones. Estas fotografías que traigo aquí hoy son el resultado de experimentar con los filtros y efectos que incluyen los programas de edición y que algunas veces me lleva a resultados que me gustan y que guardo en el apartado de creativas . Yo creo que en ellas sí se cumple que, aunque la realidad ha sido alterada, manipulada

Bocados de realidad XIX

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A veces lo interesante de una foto no está en la foto. El toldo desplegado y esa sombra tan dura de la primera fotografía, dice que es un caluroso día de verano, las sombras que arrojan unos árboles cercanos sobre la parte inferior de la pared azul (*) producen un curioso efecto que hace que ésta parezca un cielo con nubes; más allá de todo eso la ventana y  la presencia  en ella de las plantas hablan de la persona que vive ahí. La he titulado una ventana el cielo . Una ventana en el cielo (*)Poco tiempo después de hacer esta foto pintaron el edificio de un color granate brillante. En las ventanas de la segunda fotografía también hay toldos, son estos ahora los que hablan de quien vive allí, alguien singular, rebelde, inconformista, alguien que piensa que puede cambiar el mundo. No hay plantas, no hay color, sólo el que ponen los toldos que, además, rompen la rígida composición geométrica de la fachada. Singular