Ciencias vs Letras o soy de letras, eso no es lo mío.

 


Hace unos días el Diario de Sevilla publicaba una entrevista al sevillano José Antonio Prado-Bassas, doctor en matemáticas, profesor de la Universidad de Sevilla en las facultades de Matemáticas y Física, y a la sazón, ganador del bote del concurso televisivo Cifras y Letras (169.000 €).

Lo comento aquí por la respuesta atípica que dio a una pregunta típica; ¿Por qué a los niños les gustan tan poco las matemáticas? Le preguntó el periodista, y la respuesta, contundente: “porque hay que pensar, y pensar duele”.

Así es. Cambiaría la pregunta para no particularizarla a los niños y a las matemáticas y la extendería a cierto tipo de gente, los que se dicen de letras y a lo científico, en general. Y es que a menudo se oye a gentes de letras soltar impunemente, ante una cuestión de matemáticas, la manida a la vez que ridícula afirmación de “Ah no, yo soy de letras (de humanidades, dicen algunos para mostrarse más cool), las ciencias no son lo mío”. Nunca he oído a nadie de ciencias decir lo mismo, en sentido contrario, ante una cuestión propia de las letras.

Yo tengo formación de ciencias, soy de ciencias. Recuerdo que, al poco tiempo de empezar mi formación universitaria, cuando aún era joven, conocía a universitarios de otras disciplinas, tanto de ciencias como de letras, y, como es habitual en esa edad, más teniendo en cuenta que España estaba entonces en plena transición hacia la democracia, debatía a menudo con ellos sobre diversas cuestiones no necesariamente académicas. Pronto me di cuenta de que era muy fácil saber quien era de ciencias y quien de letras por la forma de construir sus argumentaciones. Una argumentación es una sucesión encadenada de afirmaciones que conducen a la conclusión final. La gente de ciencias sabemos que dichas afirmaciones deben ser rigurosamente ciertas porque cualquier fallo o debilidad en una de ellas anula todo lo posterior, incluida la conclusión final, y que por eso el rigor de esa construcción es fundamental, lo que requiere un esfuerzo considerable. Esa es la base de la argumentación científica y nos es exigida siempre en nuestra formación, es algo que aprendemos a dar por sentado desde el principio. En el campo de las letras no es así, se atiende más a las sensaciones, a la apariencia o a la estética que a la certeza de lo que se afirma, la gente de letras no tiene asimilado ese concepto del esfuerzo y el rigor en el razonamiento, nunca se le ha exigido, parece bastarles para que cualquier argumento sea válido que cumpla con aquello de que si non e vero e ven trovato. Y no solo ocurre esto en lo referente a las matemáticas, eso es solo una excusa, es así en cualquier cuestión que requiera de un planteamiento racional mínimamente elaborado y así, sus argumentaciones, además de carecer de rigor, son desordenadas, insustanciales, débiles, absurdas, incluso a menudo, contradictorias.

Por supuesto esto no siempre es así, he conocido gente de letras con mentalidad científica y cuando se trata de profesionales y abordan cuestiones de su campo con actitud científica el resultado es maravilloso; por eso pienso que los que se escudan en el hecho de ser de letras para eludir ciertas cuestiones, lo que en realidad tratan de evitar es el esfuerzo de pensar y razonar que supone construir una argumentación sólida. Y por eso me ha alegrado oír esa respuesta de José Antonio Prado-Bassas, basta ya de echar la culpa a malos profesores que no supieron inculcar al alumno el interés por las matemáticas o las ciencias, otra excusa más, no, el culpable es el alumno que nunca quiso afrontar el esfuerzo mental que exige el pensamiento científico y la argumentación rigurosa.

El resultado es que, para alguien de ciencias, debatir sobre cualquier tema, ya sea social, de política o de cualquier índole con alguien de letras es imposible. Entiendo que todos, incluidos los de letras, pueden tener su opinión y defenderla, pero me gustaría que los que utilizan la citada afirmación de “Ah no, yo soy de letras…” comprendieran que eso no solo deben esgrimirlo en referencia a las matemáticas, sino que es de aplicación a todo aquello que requiera cierta capacidad de razonar y, en consecuencia, renunciaran a debatir y a lo que es peor, a pontificar sobre sus criterios basados en argumentos ridículos, aunque fuera haciendo uso de esa odiosa frase, quizá así no me resultaría tan antipática. Pero como eso no va a ocurrir, al menos a corto plazo, espero que sí algún día, creo que, en adelante, antes de debatir con alguien, preguntaré si es de ciencias o de letras y, en este último caso, renunciaré a hacerlo para no perder el tiempo.

Dice también José Antonio Prado-Bassas en la entrevista: “Yo soy de ciencias y sé leer; pues igual al revés”. Exacto, yo soy de ciencias y aquí estoy repasando este texto para que esté bien construido, no contenga errores semánticos ni gramaticales ni, mucho menos, faltas de ortografía, diga exactamente lo que quiero decir y se entienda. Exijo el mismo esfuerzo a la gente de letras en sus argumentaciones.


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