Bocados de realidad LXIX
Un poco por debajo de mi ventana había un gorrión posado en
un cable. Tenía unas buenas condiciones de luz y buen contraste con el asfalto
de la calle sobre el que se proyectaban las sombras de unas pancartas; me parecía que podía ser un buen
fondo para una foto así es que cogí la cámara e hice una primera toma.
El equilibrista (2018) |
Siempre hago más de una foto, por si no queda bien -a veces
demasiadas y luego tengo problemas para decidirme por una cuando la diferencia
entre ellas es insignificante- el caso es que mientras preparaba la segunda toma
un coche se puso debajo y se paró con intenciones de aparcar. Como la cámara
tiene disociado el enfoque y la medición y no había fijado una medición
concreta, aunque tenía apretado a medio recorrido el disparador para enfocar vi
cómo el pájaro y el cable se oscurecían hasta el negro: un contraluz. Pensé no
obstante que la foto con el coche de fondo podía estar bien y disparé. En
edición subí un poco las sombras para que el motivo no apareciera completamente
negro.
Casual (2018) |
Al final creo que es la que más me gusta de la serie, con esa
presencia del coche perfectamente encuadrado tan potente y el pájaro situado en
un punto clave. Genera sorpresa, descoloca, hay que detenerse en ella para
interpretarla. Creo que es una foto especial.
Mientras el coche aparcaba el pájaro decidió irse. Disparé.
La cámara, debido a la claridad del coche, había ajustado la velocidad a
1/4000, suficiente para captar bien al gorrión en vuelo justo antes de salir
del cuadro.
Bye! (2018) |
En total fueron 3 únicas fotos. Esta última: el fondo podría ser mejor, el pájaro estar sobre blanco en lugar de sobre el faro con lo que pierde definición. Tal vez no tenga demasiado interés por sí sola, sí como parte del relato de esta secuencia azarosa.
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