Bocados de realidad LXX
Nos enseñaban en la Escuela de Arquitectura que para
componer un alzado, una fachada, la forma exterior de un edificio, hay que
resolver la escala grande y la escala pequeña. La escala grande son los trazos
generales, los elementos que se aprecian desde la distancia cuando se tiene una
visión del edificio formando parte del paisaje urbano y la escala pequeña es la
que se pone de manifiesto cuando las personas entran en contacto con él, lo que esas personas perciben cuando pasan junto al edificio o
acceden a él, es la que se denomina escala humana, hecho a la medida del ser
humano.
Un ejemplo en el que ambas cuestiones están resueltas
brillantemente es el auditorio del Kursaal en San Sebastián, de mi admirado
Rafael Moneo. A escala grande el edificio son dos paralelepípedos inclinados.
Esa es la idea general del proyecto, pero éste debe resolver
también la forma en que esos dos grandes bloques tocan la calle para entrar en
contacto con la gente de una forma amable. Lo que hace Moneo es disponer una
plataforma que le sirve de base al edificio y que es la encargada de formalizar
ese encuentro, la escala pequeña.
Creo que la percepción en fotografía funciona según este
mismo mecanismo: al ver una foto lo primero que se percibe es la estructura
general, las formas y trazos predominantes: la escala grande; durante esos
primeros instantes no se fija aún la mirada en lo que está representado en ella
pero esa visión global es la que desencadena la atracción hacia la foto, la que
despierta nuestro interés, esa es la misión de la escala grande. Respondemos a
esa llamada centrándonos ya en el detalle, identificando esos elementos para
ver qué son esas formas cuya disposición nos ha llamado la atención. La escala
pequeña, el motivo, lo representado en la foto debe dar entonces una respuesta
al interés que nos ha generado.
Si falla la escala grande la fotografía pasará
desapercibida, si la escala pequeña no proporciona una respuesta satisfactoria,
si nos decepciona, la foto pierde automáticamente el interés. En ambos casos
será una fotografía fallida.
Aunque en el caso de la fotografía este mecanismo funciona
sin necesidad de que haya un distanciamiento físico, haciéndolo así se aprecia
mejor porque se dilata el tiempo entre ambas apreciaciones, como se puede ver
muy bien en este vídeo que un usuario de Flickr al que sigo y cuyas fotografías
responden claramente a ese planteamiento, toma de una exposición de sus
fotografías.
Con mayor o menor acierto siempre trato de tener esto
presente cuando busco el encuadre de una foto.
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