Bocados de realidad XXXVIII
Siguiendo con el asunto del interés de una foto, he llegado
a la conclusión de que, para mí, éste se centra en dos aspectos: en primer
lugar la composición, la construcción plástica de la imagen como conjunto y en
segundo lugar el motivo, lo que cuenta la foto. En este orden porque una foto
que, haciendo abstracción del motivo, tiene un encuadre, una luz y un color, en
su caso, que la hace equilibrada y armoniosa me gusta independientemente del
motivo, sin embargo una foto cuyo motivo llama mi atención o incluso despierta
en mí algún tipo de sentimiento, si no tiene una buena composición, si ese
motivo no aparece bien situado en el fotograma, si la foto como objeto estético
no está bien construida, entonces me interesa como documento pero no me
interesa como fotografía. Creo además que esa construcción plástica es una
cualidad genérica exigible a cualquier tipo de fotografía, ya sea retrato,
paisaje, macro, etc, de ahí que cualquier tipo de fotografía sea susceptible de
ser apreciada. Es como aquello de ¿qué tipo de música te gusta? la buena, o que
en el cine, cualquier género: ciencia ficción, aventuras, suspense, policiaco,
etc, es válido para hacer una buena película.
Hay otros aspectos que también inciden en el interés de una
fotografía, como, por ejemplo, la técnica: nitidez, textura, desenfoque...
Encuentro en los foros de fotografía bastantes aficionados que parecen reparar
sólo en este aspecto a la hora de interesarse por una foto. En mi opinión esto
es un logro de las casas comerciales que han conseguido inocularnos el virus de
la pasión por la tecnología. Para mí esta es una cuestión secundaria puesto que
adquiere su sentido cuando opera al servicio de las dos que he mencionado antes.
Casi todos los periódicos online incluyen la sección mejores
fotos del día. En esta selección aparecen algunas fotografías por su
interés plástico, pero en la mayoría de ellas el interés está en la noticia que
ilustran. Pienso que si se tiene intención de definir lo que a uno le gusta,
más allá de la apreciación inconsciente, es necesario distinguir entre estas
dos cuestiones, entre el interés en lo que muestra una fotografía y el interés
de la fotografía en sí misma como objeto creativo y estético. Sería el
equivalente en fotografía al viejo dilema forma-función de la arquitectura o
contenido-continente en general. En este caso me declaro formalista, aunque a
veces, a la hora de hacer fotos, me plantee que la estética no es suficiente y
busque que el contenido tenga también un significado. Ya he dicho que no es lo
mismo ver fotos que hacer fotos. Obviamente lo ideal, lo que hace que una
fotografía sea excepcional es que concurran ambos aspectos, más aún si también
están presentes los secundarios potenciando aquellos.
En este sentido Irving
Penn (1917-2009) es un maestro. Es un especialista en retrato que
profesionalmente trabajó para el mundo de la moda. Me gusta especialmente la
fuerza que tiene la composición en sus fotos y la atención que presta a las
formas. También era muy minucioso con la técnica. Sea lo que sea lo que aparece
representado, el motivo, la imagen es siempre de una exquisita belleza. Tanto
es así que diría que las que más me gustan son las de moda. No me interesa el artículo
que pretende vender, no me interesa el motivo, que incluso puede considerarse
banal, ni siquiera me planteo si la foto fue una buena herramienta para vender
el artículo que promociona y que es su razón de ser, simplemente las fotos me
parecen magníficas.
A continuación pongo una mínima
selección de las que más me gustan. Para ver más fotos suyas (algo muy
recomendable) podéis visitar la página web de la Fundación Irving Penn y para
saber más sobre él podéis leer este magnífico artículo que en su día publicó
Muñoz Molina (imprescindibles todos sus artículos sobre arte) titulado
Fotografía de la exactitud.
Y ya que hoy he hablado de la composición y de un
retratista, Ilustraré esta entrada con unas fotos que pueden considerarse
retratos. Aunque me gusta mirarlos no es una modalidad que suela practicar,
menos aún el retrato de estudio o preparado, pero no le hago ascos si se me
pone a tiro uno ya preparado.
Retrato callejero 1 (2017) |
Urbana (2018) |
Retrato callejero 2 (2018) |
No puedo dejar de enlazar el artículo de Muñoz Molina de ayer mismo en Babelia Fortuny contra Fortuny, en el que reflexiona sobre algunas cuestiones bastante similares a aquellas de las que me vengo ocupando en las dos últimas entradas, sobre todo en la anterior, en la que hablaba de cómo son percibidas mis fotos por quien las ve y mis sensaciones al respecto.
Comentarios
En cualquier caso te agradezco tus reflexiones.
Se me ocurre que tal vez haya que analizarlo en clave de tendencias del momento. Hace unos meses leí una entrevista con un fotógrafo, siento no recordar su nombre, que también hacía retratos de personajes relevantes, generalmente altos ejecutivos, para revistas. Según comentaba se desplazaba hasta donde estaba el sujeto, a veces en países alejados y convivía con él durante unos días, tanto en su trabajo como en su casa, hasta que daba con “la foto” que le parecía representativa. Quiero decir que el entorno: la oficina, la casa… estaban incluidos en el retrato. El caso de Irving Penn es distinto, tanto sus retratos de moda como de personajes célebres son fotos de estudio. Incluso, y esto es más llamativo, cuando viaja por su cuenta a países remotos para fotografiar a los nativos, según afirma Muñoz Molina en el artículo que enlacé, le alquila el estudio a un fotógrafo local. Sus retratos de trabajadores, con sus herramientas, también son de estudio. Parece que ni a los nativos ni a los trabajadores le interesa fotografiarlos en su medio natural. Hoy nos parece que esto tendría más interés, pero puede que en aquel momento el interés se centrara más en el objeto en sí, en las personas como objetos. Colocar siempre un fondo en esas fotografías, una tela o ese rincón prefabricado que se ve en alguna foto, delata su intención de eliminar el espacio.
Hoy mismo El Mundo publica una crítica de televisión censurando la actitud de Pablo Motos en El Hormiguero en su entrevista a la levantadora de peso Lidia Valentín. Se queja la periodista de que Motos se interese por su vida sentimental en lugar de centrarse en los aspectos deportivos. Sin particularizar en el tema, mientras la leía pensaba que el periodismo de entrevistas había seguido en los últimos tiempos una tendencia en la que trataba de mostrarse la cara del personaje alejada de la imagen pública, lo que se denominaba su cara humana, la que no se conoce. Ese era el interés, por ejemplo, de las entrevistas de Jesús Quintero. Me preguntaba si sólo era un rifirrafe entre la periodista y Motos o si esa tendencia está cambiando.