Bocados de realidad V
Ramón Trecet siempre
cerraba la emisión de su añorado Diálogos 3, un programa de Radio 3 dedicado a
las entonces denominadas músicas New Age, con
esta máxima: «buscar la belleza, es la única protesta que merece la pena en
este asqueroso mundo».
Pues de eso se trata, de buscar la belleza en este caso en
las fotografías y hoy me apetece reflexionar sobre distintas formas en que esa
perseguida belleza puede aparecer en una fotografía. Yo he establecido tres:
Hay fotografías en las que la belleza está enteramente en lo
retratado, el fotógrafo, aunque debe resolver técnicamente la toma, se limita a
dejar constancia de ello es, por así decirlo, fotografía documental. A este
grupo pertenecen, por ejemplo, las que en el argot se denominan postales, vistas archiconocidas, típicas,
de paisajes, ciudades o monumentos que curiosamente insistimos en captar una y
otra vez con nuestra cámara, para mí este tipo de fotografías no tienen
excesivo interés. Hay otras en las que la belleza, inmersa y escondida en el
conjunto de todo lo visible, no se aprecia a simple vista y es la mirada atenta
del fotógrafo la que la desvela, la aísla y la señala con el encuadre. A este
grupo pertenecen la mayor parte de mis fotografías, eso espero, al menos son
las que busco hacer habitualmente porque me produce una gran satisfacción
descubrir esa belleza camuflada, pero sin duda las que me producen mayor
satisfacción son aquellas en las que la belleza no existe hasta que la crea la
mirada del fotógrafo y se materializa en la imagen captada. Es con este tipo de
fotografías con las que el fotógrafo se puede sentir realmente un creador.
Esta fotografía de un lucernario coronando una cúpula de la catedral
de Burgos, concretamente en la Capilla de la Presentación, pertenece al primer
grupo, al de aquellas en las que la belleza está en el objeto retratado. Hay un
encuadre buscado, claro, que además pretende reforzar las características del
motivo, pero el protagonismo, lo que tiene realmente interés es ese magnífico
lucernario, no la fotografía.
Lucernario. Capilla de la Presentación. Catedral de Burgos. |
Esta segunda fotografía puede ser un buen ejemplo de una
belleza que está ahí a la vista de todos pero que hay que descubrir. A
diferencia de la anterior, el motivo de esta fotografía son objetos corrientes,
incluso vulgares: una cerca de alambre de espinos, las circunstancias: que esté
semisumergida en el agua y que en ésta se reflejen la propia cerca y ese cielo
con nubes, así como el color tenue, provocan un efecto vaporoso, como de imagen
onírica que el encuadre, al aislarlo del entorno, señala y resalta.
El interés, la belleza que yo aprecio en esta fotografía la
construyen a medias entre el motivo y la composición.
Cerca |
Finalmente como ejemplo de belleza creada enteramente por la
captura fotográfica pondré dos imágenes en las que los motivos representados también
son elementos corrientes como ocurría en la anterior pero en las que no se da
ninguna circunstancia especial. La belleza de estas imágenes está sobre todo en
la composición, en la que una vez más la geometría es la encargada de ordenarla,
un orden que no existe fuera de la imagen, por eso la belleza que pueda haber
en estas imágenes está en la propia fotografía, es en ellas donde se
materializa.
Composición |
Skyline |
Espero haberme explicado.
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