Malos tiempos para la lírica


Tengo 52 años, lo cual quiere decir muchas cosas, entre otras:

De la dictadura prácticamente ni me enteré, sin embargo la llegada de la democracia me cogió con 17 años, una edad con la que uno empieza a abrir los ojos a lo que le rodea. Con esta edad tuvieron lugar, además, cambios trascendentes en mi vida, de vivir en una región afín al régimen, Castilla, pasé a vivir en otra bastante más inconformista, Andalucía, de un medio rural a una gran ciudad y, sobre todo, entré en la universidad, el mundo de las ideas, donde el proceso de transición se vivía intensamente.
He vivido, por lo tanto, en primera persona y atentamente, la totalidad de este periodo democrático, desde la transición y los primeros gobiernos de Adolfo Suarez y UCD, hasta hoy, incluyendo, por lo tanto, las dos legislaturas del PP de Aznar.

Recuerdo perfectamente que estas últimas las viví en constante indignación, no tanto por las políticas económicas, que también, sino sobre todo por las culturales.
No es que la derecha limite la libertad de expresión en la creatividad o en la información, hasta ahí podíamos llegar (tampoco podría hacerlo, creo, puede que ingenuamente, que Europa no se lo permitiría), pero desde luego no la va a fomentar. No va a destinar ni un ápice de los recursos públicos a fomentarla y los que estaban destinados a ello los va a retirar. Y no sólo se trata de esto sino que alberga esta derecha un concepto mucho más perverso y, a mi juicio, ilegítimo, cual es el de apropiarse de lo público; no sólo se le priva de libertad de actuación sino que lo articula al servicio de sus intereses partidistas o de gobierno, que tanto da.

Antes de las últimas elecciones, cuando ya se sabía que ganaría la derecha, sentí mucha rabia porque sabía que volverían tiempos de penuria para la cultura, que se desmontarían los servicios de información públicos que, en libertad, habían conseguido unas cotas de calidad más que estimables.

Asistimos poco a poco y camuflado entre la vorágine de la crisis a este desmontaje, el último el del programa de Radio 3 “Carne Cruda” y tengo que decir, no sin tristeza, que aquella rabia preelectoral se ha transformado en resignación, en simple constatación de que mis peores temores se van cumpliendo y en la lánguida esperanza de que esta etapa PP pase cuanto antes.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Malos tiempos para todo. sin embargo aún nos queda la buena música de Radio 3 a las 13h. Este fin de semana pude escuchar a Cabela Vargas junto con Joaquín Sabina, una delicia de sentimientos. Veo que a tí también te gusta Chabela. Saludos.
MJGE ha dicho que…
Temblando estoy por lo que pueda pasar con Radio 3 y también con Radio Clásica, que son las únicas emisoras que oigo.
La radio es, desde siempre, mi forma preferida de escuchar música, más que seleccionar una a propósito.

Gracias por tu visita y por tu comentario.

Saludos.

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