Una Champions League inolvidable: 2021-2022
1. Octavos de final - París Saint-Germain
Todo empezó en Paris. Un polémico sorteo de octavos de final
nos había emparejado con el PSG en lugar de con el Benfica, primer resultado
del sorteo antes de que este se repitiera por razones poco claras. El PSG,
propiedad del emir de Catar, aspiraba a convertirse en el mejor equipo del
mundo acumulando jugadores estrella, entre ellos los que se disputaban el trono
de ser el mejor de la actualidad: el aún vigente Messi y el aspirante Mbappé,
además de nuestro último gran capitán Sergio Ramos, que el verano anterior
había medido mal la negociación sobre su renovación y finalmente acabó fuera
del equipo y fichando por este club. Como aficionado del R. Madrid este cambio
en el emparejamiento no solo no me importó, sino que incluso me agradó pues estoy
convencido de que el R. Madrid juega mejor contra los equipos grandes que
contra los teóricamente inferiores, en la competición de Champions League
siempre le ha ido mejor cunado se ha tenido que enfrentar a los mejores que
cuando le tocaron equipos teóricamente fáciles; le motivan más los retos que los
trámites. A alimentar el morbo del enfrentamiento se añadía el hecho de que
ambos clubes se habían convertido en grandes enemigos a causa de la estrella
emergente del PSG que por aquél entonces parecía decidido a fichar por el R,
Madrid pese a que el PSG no escatimaba esfuerzos para retenerle con sucesivas y
mareantes ofertas, se pensaba entonces que el jugador, que sistemáticamente
rechazaba una oferta tras otra, ya lo había decidido y que esta eliminatoria
pendiente era lo único que impedía que su acuerdo con el R. Madrid se hiciese
público.
Sobre la eliminatoria en sí, yo tomaba como referencia otra
entre ambos equipos en 2018, hacía 4 años, también en octavos de final. En esa
eliminatoria, el partido de ida se jugó en el Bernabéu y el Madrid ganó 3-1, un
marcador engañoso que no reflejaba lo que había sido un partido muy igualado.
Por eso la expectación sobre el partido de vuelta era enorme y todo el mundo
del fútbol tenía sus ojos puestos en el partido de Paris. Recuerdo muy bien
aquel partido, el Madrid se sentía muy cómodo con toda esa expectación mientras
que el PSG se vio claramente desbordado por un acontecimiento de ese calibre,
al aspirante a gran equipo aún le faltaban tablas. La eliminatoria se terminó
cuando CR7, ya en el 2º tiempo, estableció el 0-1 con un extraordinario y
violento cabezazo en el segundo palo a centro de L. Vázquez. Pero ahora las
cosas no eran iguales, en aquella eliminatoria aún estaban en nuestras filas
CR7 y los mejores Isco y Marcelo, mientras que ahora estos no contaban para el
entrenador, tampoco 2 de nuestras grandes figuras: Bale y Hazard, por razones
distintas, nuestra plantilla tenía ahora menos calidad mientras que la del PSG
la había incrementado, entonces Mbappé era solo un joven prometedor y su máxima
estrella era Neymar, aunque Neymar estaba hoy en horas bajas Mbappé había
explotado definitivamente y tenían a Messi, pero yo confiaba en que la
personalidad del Madrid continuara intacta.
No fue así. El Madrid jugó en París un partido desastroso, el
peor que recuerdo haberle visto. Timorato y asustado apenas salió de su campo y
puede considerarse un milagro que solo perdiera 0-1 con un gol de Mbappé ya en
los últimos instantes del partido y después de que Courtois le detuviera un
penalti a Messi. Tras este partido perdí la fe en nuestro entrenador,
Ancelotti, por un planteamiento tan rácano y por empeñarse en alinear a
Vinicius y a Rodrygo, dos jóvenes e inexpertos brasileños recién bajados del
avión tras pasar una semana en Brasil jugando con su selección. Alegaba
Ancelotti que al ser tan jóvenes no estarían cansados del viaje, pero en mi
opinión era más importante el aspecto psicológico; después de una desconexión
de una semana en su país, me parecía evidente que ninguno vendría lo
suficientemente centrado para afrontar una eliminatoria como esta. Hubiera
preferido que diera entrada a jugadores más experimentados, y descansados, como
Isco, Hazard o incluso Bale.
El partido de vuelta en el Bernabéu fue, prácticamente, más de
lo mismo. El PSG dominó el partido de forma abrumadora y se puso por delante
0-1. Pero… desgraciadamente para el PSG surgió la chispa y se produjo la
combustión. Este fenómeno, que el Madrid se atribuye en propiedad, es en
realidad una combinación de estados de ánimo: las ganas de ganar es el primero
de ellos, ya he hablado de cómo los retos mayúsculos estimulan a este equipo;
para un equipo que lo ha ganado todo no resulta fácil encontrar retos
estimulantes y darle la vuelta a un partido cuando parece imposible puede ser
claramente uno de ellos; confianza absoluta en que pueden hacerlo sería otro de
los componentes. Aparte de estos, que serían patrimonio del equipo, hay otros
externos: en primer lugar su estadio y su público que al entrar en ebullición generan
el clima propicio y por último, aunque no menos importante, el miedo que genera
en el rival que lo cree capaz de hacerlo y que lo paraliza.
Y así pasó: Donaruma, el portero rival, recibió una cesión
de un compañero, Benzemá se fue a acosarlo, lo puso nervioso y el portero se
deshizo del balón de mala manera, Vinicius, que andaba por allí, recuperó el
balón y se lo devolvió a Benzemá para que hiciese el gol. Ese fue el chispazo
que desató al equipo, puso en éxtasis al Bernabeu e hizo temblar las piernas
del rival. Lo demás fue un torbellino encabezado por Módric en la creación del
juego y los pases exquisitos y Benzemá haciendo 2 goles más. No es posible
olvidar la salida de Módric con el balón rodeado de 8 jugadores del PSG y su
pase en profundidad a Vinicius que, como suele ser habitual en este jugador, no
supo resolver y tuvo que devolverle el balón para que este sí, clarividente,
encontrara el hueco entre los defensas para filtrar un pase a Benzemá que acabó
siendo el 2º gol. Menos de un minuto después Benzemá haría el 3º que
sentenciaba la eliminatoria. De los 180 minutos de juego de la eliminatoria, al
Madrid le hicieron falta 15 para para hundir en la miseria al PSG y aún le
sobraron otros 15; “El Madrid nos mató” diría Messi al finalizar la temporada.
Este partido también dejó una imagen icónica, la de Alaba
levantando una silla blanca como si fuese un trofeo en la celebración del
tercer gol de Benzemá y que luego los aficionados repetirían en sus
celebraciones.
Después del partido yo me acordaba de Sergio Ramos, lo
imaginaba en el autobús con sus compañeros abatidos, viviendo en sus propias
carnes lo que tantas veces él había contribuido a provocar y me preguntaba qué
pasaría por su cabeza al otro lado de la fiesta.
1. Cuartos de final - Chelsea
El Chelsea acumulaba 2 motivos que estimulaban al Madrid a
derrotarlo: era el vigente campeón de la competición, es decir, estaba
usurpando su trono y nos había eliminado la temporada anterior con 2 goles
regalo de Varanne que remataban su horrible temporada y que sin duda pesaron en
su salida del equipo.
El partido de ida, bajo la lluvia en Stamford Bridge, fue el
mejor del R. Madrid en esta Champions. Benzemá repitió “hat trck” con 2 goles
de cabeza, el 1º y el 2º exquisitos, de esos con los que uno gusta deleitarse
viéndolos repetidos una y otra vez. El primero, mi preferido de esta Champions,
Vinicius entra por la izquierda y centra desde la línea de fondo, o más bien le
pasa el balón a Benzemá que está entrando en el área en carrera, el pase va un
poco corto lo que obliga a Benzemá a modificar su carrera y a dibujar un precioso
escorzo para rematar con la frente. A pesar de estar lejos de la portería, de
su frente sale un balón a alta velocidad al que el portero no le da tiempo a
reaccionar: 0-1. El 2º no está muy atrás en mis preferencias, puede que
disputando por el 2º puesto con el de Rodrygo de cabeza al City. En este caso
es Módric quien desde la frontal del área algo volcado a la derecha del ataque
y de primeras envía un balón bombeado a Benzemá que está cerca del punto de
penalti flanqueado por 2 defensas. El pase es un poco largo y Benzemá tiene que
saltar hacia atrás para, otra vez con la frente, colocar suavemente el balón
junto al 2º palo que entra botando en la portería sin que la estirada del
portero le permita llegar siquiera a rozarlo. 2 magníficos cabezazos de Benzemá
y 0-2 en el marcador. El Chelsea acortaría distancias, pero Benzemá,
especialista en arruinar la noche a los porteros, acosa a Mendy, portero local,
que ha recibido un balón muy lejos de su área, casi en el centro del campo. Consigue
ponerlo nervioso y su pase al central que viene en su ayuda se queda corto, a
la disputa del balón con Rüdiguer Benzemá va con más fe y se lleva el balón que
envía al fondo de una portería vacía: 1-3. Gran partido y eliminatoria
encarrilada para la vuelta en el Bernabéu.
Eso es lo que parecía. Quizá se confió em Madrid, quizá le
pareció un trámite demasiado fácil, quizá el Chelsea, sin nada que perder, hizo
mejor las cosas, lo cierto es que le dio la vuelta a la eliminatoria y se puso
0-3. Hubo que sufrir hasta el minuto 80 de partido en el que Módric, desde la
derecha y con el exterior del pie, dio un pase a Rodrygo que si estuviéramos
hablando de toros diríamos que era un pase de cartel y Rodrygo, que si tiene
una cualidad relevante es la de intuir donde va a ir el balón, lo que lo hace
especialmente efectivo dentro del área, remató en carrera con el interior del
pie al primer palo sin darle al portero posibilidad de reacción. No se
desdibujó el Chelsea que siguió creando, y fallando, ocasiones tanto en lo que
faltaba para lo 90 minutos como en la prorroga que debió jugarse, incluso tras
el gol de Benzemá que ponía la eliminatoria a favor; pero como oí decir a
alguien, al Madrid lo patrocina Jesucristo. 2-3 y a semifinales con un nuevo
episodio de darle la vuelta a una eliminatoria en contra que supone fortalecer
la confianza, es decir, recargar el depósito de combustible para la próxima vez
que toque apelar a la épica.
1.
Semifinal - Manchester City
Esta era probablemente la eliminatoria más motivante para el
madridismo. Y no solo porque el City llegara a ella como líder de la Premier,
considerada a día de hoy como la mejor liga, de la que acabó proclamándose
campeón en una intensa competencia con el Liverpool, sino porque al frente del
City venía como entrenador nada menos que Pep Guardiola, el personaje, y
subrayo lo de personaje, que más animadversión despierta en el madridismo. El desarrollo
y desenlace de la eliminatoria de semifinales colmaría sobradamente las
expectativas de todos los madridistas.
El primer asalto en el Etihad Stadium no pudo empezar peor,
a los 10 minutos de partido el Madrid ya perdía 2-0 y todo hacía pensar que iba
a sufrir una gran humillación. Pero el Madrid sacó carácter y un sutil remate
de Benzemá desde el interior del área puso el marcador en 2-1 y dio paso a un
intenso partido en el que basta la secuencia de la evolución del marcador para
hacerse una idea muy clara de la alternancia de emociones por la que pasaron
los aficionados de ambos equipos: 3-1; 3-2; 4-2; 4-3. Gran partido.
Entre los goles del Madrid hay que destacar el de Vinicius que supuso 3-2. Se fue Vinicius de Fernandinho con una maniobra magistral sobre la línea divisoria de los 2 campos pegado a la banda izquierda según el ataque del Madrid e inició una larga carrera en solitario hacia la portería. A mi juicio la resolución no fue perfecta pues, como le suele ocurrir en el área, tuvo dudas sobre la forma de hacerlo, esperó demasiado y dejó que llegaran los defensores, que estuvieron a punto de cerrarle, aunque finalmente el balón acabó dentro de la portería. Un gran gol, pero sin duda el gol del partido fue el 4-3 que Benzemá marco de penalti. Venía Benzemá de fallar 2 penaltis en un mismo partido contra el Celta de Vigo en la competición de Liga, se había hablado mucho los últimos días sobre el lado al que tiraba los penaltis, sobre cual era su lado de seguridad y todas esas que cosas que gustan tanto a la prensa. Los instantes previos al lanzamiento fueron de gran nerviosismo para los madridistas. ¡Lo lanzó a lo Panenka! Mientras el portero se lanzaba a cubrir su lado izquierdo el balón besaba las redes mansamente por el centro de la portería. Hasta los aficionados ingleses aplaudieron su frialdad. “Llevaba tiempo pensando en lanzar uno así y no lo dudé ni un momento" diría el delantero al final del partido. Sin duda tiene mérito superar así sus 2 fallos anteriores en una semifinal de Champions League y en la situación que estaba el partido. “Hemos salido vivos” era el resumen que hacíamos los madridistas después de ese intenso intercambio de golpes.
Pero el partido del Bernabéu nos tenía reservadas emociones aún más fuertes, un más difícil todavía. A estas alturas de la serie ya sabemos que, al menos esta temporada, al Madrid le sobra la mayor parte del partido, parece como si solo le interesaran los minutos cruciales en los que todo debe decidirse, no le gustan los partidos abiertos, con alternativas, solo se activa en los momentos decisivos, da igual lo que hasta entonces haya pasado en el partido, da igual cómo este el marcador, en esos minutos cruciales hará lo que sea necesario hacer. Los primeros minutos del partido sirvieron para comprobar que Benzemá no tenía su día, un remate de cabeza franco desde el punto de penalti lo envió alto, ni siquiera contactó con el balón con la parte adecuada de la cabeza. Basta ver los primeros contactos de Benzema con el balón en un partido para saber si estará inspirado o fallón. Tampoco será hoy el día en que Vinicius resuelva las jugadas con claridad, pero eso ya es habitual, yo, al menos, con eso ya cuento.
En el minuto 72 Mares adelantó al City tras una buena jugada
de Bernardo Silva. En los siguientes minutos el City se vino arriba y bien pudo
ampliar la ventaja con 2 grandes jugadas de Grealish, una la sacó bajo los
palos Mendy después de que Courtois se viera superado y la otra la desvió
Courtois con la punta de la bota. El Madrid aún no se daba por aludido, seguía
esperando el chispazo. Y el chispazo llegó, nada menos que pasado el minuto 89:
gol de Rodrygo que una vez más hace uso de su mejor cualidad, intuir por donde
va a ir el balón. Un centro de Camavinga desde la derecha sin mucho futuro que
Benzemá consigue evitar que saliera por la línea de fondo y mandarlo al área.
No es un pase, es solo un intento de que el balón siga en juego, fácil para el
portero que protegido por sus defensas se dispone a recoger tranquilamente el
balón, pero Rodrygo, que lo ha leído todo perfectamente, se mete con habilidad
entre los defensas y el portero y antes de que este se haga con la pelota la
envía al fondo de la portería. Una acción fugaz, salida de la nada que empata
el partido, aunque no la eliminatoria, que está 5-4 para el City en este
momento a falta solamente del tiempo añadido. 6 minutos, una eternidad para los
2 equipos, aunque por diferentes razones, ambos saben que hay un partido nuevo
en esos 6 minutos, un partido que el City no querría jugar, de hecho el Madrid
solo necesita un minuto más para que Rodrygo otra vez conecte un cabezazo a
bocajarro a un centro de Carvajal desde la derecha para poner el 2-1 que empata
la eliminatoria y aún le sobró tiempo para haberla resuelto con otra ocasión de
Rodrygo que el portero acertó a desviar con el brazo. De la prorroga también le
sobró casi toda, en los primeros minutos Benzemá, que hoy no ha estado fino,
recibe la generosa colaboración de un defensa que le hace un penalti de libro,
es lo que tienen los héroes. El propio Benzemá vuelve a demostrar su sangre
fría y establece el 3-1 definitivo y a la final.
De la manera más cruel, como se merece un enemigo del rango
de Guardiola, dejándole acariciar el éxito, que casi empiece a saborearlo para
arrebatárselo en el último instante de los mismos labios.
1.
Final – Liverpool
Y si todo empezó en París también se culminaría en París,
aunque en distinto estadio. Los paralelismos no terminan ahí, el planteamiento
táctico de Ancelotti fue muy similar en ambos partidos: renunciar al ataque,
proteger la portería y esperar las ocasiones. Esta vez salió bien, gracias a
nuestro portero Thibaut Courtois, que fue el hombre del partido. Dije al
principio que era madridista pero no fanático y eso significa que soy crítico
con lo que no me gusta y no me gustó el partido de la final. Eso sí, debo
admitir que tal vez sea necesario para ganar, sobre todo en una temporada en
que la plantilla es tan limitada. Espero, aunque llevo haciéndolo ya varias
temporadas, que este verano el Madrid construya una nueva plantilla de más
nivel que la actual y gane por superioridad en el juego. De vez en cuando está
bien que apele a la épica y nos proporciones momentos intensos, pero solo de
vez en cuando, como si esa capacidad que tiene fuese un tesoro que hay que
administrar y del que solo se hace uso en ocasiones excepcionales.
De momento todos los madridistas, que como suele recordar el
presidente se distribuyen por todos los rincones del mundo, hemos disfrutado de
esta Champions League que ha traído la 14 a las vitrinas.
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